Así que levántate y comprende que no somos el animal que tropezamos dos veces
con la misma piedra, somos el animal que nos enamoramos de esa piedra. Y por eso todo.
Loreto Sesma
(Naufragio en la 338)
iNSTRUCCiONES PARA SALiR DEL ACCiDENTE
Lo primero es darse cuenta
de que lo es: Un accidente
Puede costar recobrar la lucidez
y no verlo, al accidente. Porque es fácil
confundirlo con un sueño maravilloso en
plan qué suerte he tenido de encontrarme
con este plan y esto es para toda la vida y tal
Pero es importante verlo, al accidente
Y razonarlo. Y palparlo. Y darse
cuenta de que lo es: Un
malnacido accidente
Y ojo, no uno cualquiera. Este es
uno de esos choques malparidos de los que
se aprende a manos llenas si sobrevives y de los que
sales siendo la misma persona pero... distinta, muy
distinta. Sí, uno de esos terremotos traidores que
por poco te dejan con el reloj parado de por vida
y con el latido estéril de por muerte, pero que
no, que de esta salgo yo y que esta la cuento
En un poema
Como este
Porque lo es, porque duele
atravesarlo a pecho descubierto
y duele sentir el hueco
y la costilla partida
Aunque solo sea eso. Un accidente
Un malhallado accidente que ya falleció
Lo segundo es llamar a la grúa
A voz en grito o a lágrima en llama
si hace falta, pero llamarla. Hasta que venga
Ella aparecerá refunfuñando llena de perezas, pero
llegará la comprensión y ahí hay que arremangarse
y ponerse a la faena y levantar la piedra y
rescatar con mimo el corazón planchado
Y a continuación darle aire, y que
respire, y que se hinche sin miedo. Y
decirle eso, que fue un accidente, que ahora
todo es vértigo pero que ya pasó, el puto
jodido accidente
Y sí, y darle aire otra vez. Y con cuidado meterlo de
nuevo adentro y esto es crucial, que no se me olvide: antes de cerrar
la costilla debo asegurarme de meter el corazón y no la piedra. No. La piedra
no. La piedra que se quede ahí donde está. Y el corazón que se quede aquí. Aquí, conmigo
Y lo tercero...
Lo tercero es decirle adiós
a la piedra que se tropezó
con mi camino
Y levantarme, y poco a poco
sencillamente, volver
a andar
Ximo Segarra